sábado, 26 de marzo de 2011

Jugando a la improvisación

Debe preocupar a los ciudadanos dominicanos la falta de una real ejecución de un proyecto de nación a largo plazo que busque en unas dos docenas de años, romper con la barrera del subdesarrollo, el cerco de la pobreza y la desigualdad social.
Un país sin una agenda a cumplir es una muestra clara e inequívoca de la improvisación, de la falta de planificación y del alto grado de indolencia de las autoridades que dejan a la suerte el futuro de las nuevas generaciones, cual si fuera un juego de azar, independientemente de que para el presente el estatus quo de nuestra economía indique lo contrario.
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En medio de la enorme frontera entre ricos y pobres, nuestro país cuenta con esperanzadores y alentadores índices que muestran un crecimiento económico sostenible ascendente, de acuerdo a organismos autorizados internacionales como la Comisión Económica para América Latina. Aun así, la República Dominicana mal distribuye sus riquezas entre los que menos pueden y entre los que más tienen, lo que representa un panorama desolador e injusto.
La clase política dominicana tiene que asumir con un mayor grado de compromiso el rol que le corresponde. Debiera dejar atrás los colores y símbolos de los partidos y sentarse en la mesa del diálogo, con verdadera responsabilidad, para definir claramente una agenda nacional futurista, inviolable, y que de ella se derive el programa de gobierno o plan de trabajo por los próximos 20 años.

Ya se ha hablado de una Agenda Nacional de Desarrollo elaborada por el Ministerio de Planificación y Desarrollo. Ojalá que los gobernantes por venir den seguimiento y fiel cumplimiento a la propuesta, que se supone, es el resultado de todas las inquietudes de las fuerzas vivas del país.

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