
Lo peor del caso es que en ocasiones utilizan niños para los fines.
El fenómeno del “dame lo mío” cada día se acrecienta, inclusive, en complicidad con propietarios de importantes negocios, los cuales permiten que los empleados del área del parqueo sobornen a los clientes con el “don, ya usted sabe”.
Otros llegan más lejos, tal cual como ocurre en una reconocida cadena de restaurantes con sucursal en El Malecón, las avenidas Abraham Licoln y 27 de febrero, que los señores de seguridad tienen cartones en mano para cubrir el vidrio y hacen más señas que un agente de la Autoridad Metropolitana del Transporte, ayudándole a estacionarse, innecesariamente. A veces rayan los vehículos, y por supuesto, nadie se responsabiliza del daño.
El colmo de los colmo ocurre en los ascensores de varios centros comerciales. Los empleados asignados al área, desde que le ven llegar lo saludan con “bueno mi gente, no tengo un centavo para llegar a mi casa, necesito una ayudita”.
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