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Menchú ha sido una exiliada mujer cuyos padres y hermanos fueron asesinados durante la violencia armada que afectó a su país años atrás.
Conoce muy bien el sabor amargo de la discriminación racial: La ha vivido y saboreado. Como mujer inteligente, que no necesitó de un título y un doctorado para destacarse, aprendió de su amarga niñez y juventud y supo sacar de abajo. Su insistente lucha en defender a sus compueblanos y enfrentar las desigualdades sociales, la ha convertido en una líder de su región y el mundo, que se ha ganado el respeto y admiración de millones de personas.
Las semillas de amor, vigor, firmeza y superación que diseminan damas como ella y nuestra mamá Tingó deben ser cultivadas por la mujeres de nuestra generación, que a veces empleamos la mayoría de nuestro tiempo sólo en pensar en nosotras mismas y las banalidades de la vida.
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